¿Cuál es la mejor temperatura para dormir?

persona con calor en las noches

Una de las mejores cosas que puedes hacer cuando no puedes dormir es ajustar el termostato. La temperatura ambiente ideal para dormir es de entre 15 y 19 grados centígrados para los adultos.

Si le cuesta conciliar el sueño por la noche, ya sea con gotas de sudor o escalofríos por todo el cuerpo, es posible que esté durmiendo a una temperatura inadecuada.

La temperatura corporal y el ambiente desempeñan un papel decisivo en la calidad del sueño. Nuestros ciclos de sueño están estrechamente relacionados con nuestro sistema interno de distribución del calor, más conocido como termorregulación.

Si dormimos en un ambiente demasiado cálido o demasiado frío, se interfiere en el proceso de circulación del calor de nuestro cuerpo y se crean condiciones incómodas para el sueño REM.

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Intervalo de temperaturas recomendado para dormir

El intervalo ideal de temperatura ambiente varía ligeramente con la edad. El rango óptimo para las personas mayores y los niños es un poco más cálido, de 19 a 21 grados y de 18 a 21 grados, respectivamente. Gran parte de esto dependerá de las preferencias personales, ya que algunas personas duermen de forma natural con calor mientras que otras lo prefieren frío.

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Es perfectamente normal ajustar la temperatura de tu habitación por encima o por debajo de estas temperaturas recomendadas hasta que te sientas cómodo. Sin embargo, la mejor temperatura para dormir suele ser más fría.

Por qué son mejores las temperaturas frescas

Dormir a una temperatura fresca ayuda a mejorar la calidad del sueño. A lo largo del día, nuestro cuerpo fluctúa entre 2 y 3 grados. Cuando nos tumbamos a un tipo de colchón como el king size, la temperatura corporal baja, lo que indica a nuestro cerebro que es hora de dormir. Mantener una temperatura fresca en el dormitorio ayuda a facilitar el proceso natural de enfriamiento de nuestro cuerpo.

Según un estudio publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, los participantes que dormían en un rango abrasador de 35,5 y 37,8 grados centígrados tenían una duración del sueño más corta y un sueño menos profundo. Por el contrario, los estudios descubrieron que un descenso de la temperatura corporal antes de acostarse tiene más probabilidades de desencadenar el inicio del sueño, la transición entre la vigilia y el sueño, y de aumentar el sueño profundo.

Además, las temperaturas más frescas pueden facilitar la fase REM (movimientos oculares rápidos), la etapa del sueño en la que nuestros músculos se relajan y empezamos a soñar. Cuando cambiamos nuestro entorno a un rango confortable, podemos asegurar un sueño REM más reparador.

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